viernes, 14 de octubre de 2011

a la luz de la ilustración

La monarquía absoluta es una forma de gobierno en la que el monarca (lleve el título de rey, emperador, zar o cualquier otro) ostenta el poder absoluto. No existe en ella división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial). Aunque la administración de la justicia pueda tener una autonomía relativa en relación al rey, o existan instituciones parlamentarias, el monarca absoluto puede cambiar las decisiones o dictámenes de los tribunales en última instancia o reformar las leyes a su voluntad (La palabra del rey es ley). Nombra y retira a sus asistentes en el gobierno a su voluntad. La unidad de todos los poderes suele considerarse justificada por considerar que la fuente del poder es Dios y que los monarcas ejercen la soberanía por derecho divino de los reyes. No hay mecanismos por los que el soberano (que no reconoce superiores) responda por sus actos, si no es ante Dios mismo
Rey de Nápoles (1734-59) y de España (1759-88), perteneciente a la Casa de Borbón (Madrid, 1716-88). Era el tercer hijo de Felipe V, primero que tuvo con su segunda mujer, Isabel de Farnesio, por lo que fue su hermanastro Fernando VI quien sucedió a su padre en el Trono español. Carlos sirvió a la política familiar como una pieza en la lucha por recuperar la influencia española en Italia: heredó inicialmente de su madre los ducados de Parma, Piacenza y Toscana (1731); pero más tarde, al conquistar Nápoles Felipe V en el curso de la Guerra de Sucesión de Polonia (1733-35), pasó a ser rey de aquel territorio con el nombre de Carlos VII. La muerte sin descendencia de Fernando VI, sin embargo, hizo recaer en Carlos la Corona de España, que pasó a ocupar en 1759, dejando el Trono de Nápoles a su tercer hijo, Fernando IV.
Superado el «motín de Esquilache» (1766), que fue un estallido tradicionalista instigado por la nobleza y el clero contra los aires renovadores que traía Carlos III, se extendería un reinado largo y fructífero. En cuanto a la política exterior, el tercer Pacto de Familia firmado con Francia en 1761 alineó a España con Francia en su conflicto permanente con Gran Bretaña. Ello llevó a España a intervenir en la Guerra de los Siete Años (1756-63) y en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América (1775-83); como resultado final de ambas, España recuperó Menorca, pero no Gibraltar (al fracasar el asedio realizado entre 1779 y 1782). A partir de entonces, las dificultades financieras obligaron a volver a la política «pacifista» del reinado de Fernando VI, mientras se ensayaban diversas mejoras en la Hacienda Real, como la emisión de vales reales (primer papel moneda) o la creación del Banco de San Carlos (primer banco del Estado). En la línea del despotismo ilustrado propio de su época, Carlos III realizó importantes reformas -sin quebrar el orden social, político y económico básico- con ayuda de un equipo de ministros y colaboradores ilustrados como Esquilache, Aranda, Campomanes, Floridablanca, Wall y Grimaldi. Reorganizó el poder local y las Haciendas municipales, poniéndolos al servicio de la Monarquía. Puso coto a los poderes de la Iglesia, recortando la jurisdicción de la Inquisición y limitando -como aconsejaban las doctrinas económicas más modernas- la adquisición de bienes raíces por las «manos muertas»; en esa pugna por afirmar la soberanía estatal expulsó de España a los jesuitas en 1767. Fomentó la colonización de territorios despoblados, especialmente en la zona de Sierra Morena, donde las «Nuevas Poblaciones» contribuyeron a erradicar el bandolerismo, facilitando las comunicaciones entre Andalucía y la Meseta. Reorganizó el ejército, al que dotó de unas ordenanzas (1768) destinadas a perdurar hasta el siglo xx. Creó la Orden de Carlos III para premiar el mérito personal, con independencia de los títulos heredados. Protegió las artes y las ciencias; apoyó a las Sociedades Económicas de Amigos del País, en donde se agrupaban los intelectuales más destacados de la Ilustración española; sometió las universidades al patronazgo real y creó en Madrid los Estudios de San Isidro (1770) como centro moderno de enseñanza media destinado a servir de modelo. Creó manufacturas reales para subvenir a las necesidades de la Monarquía (cañones, pólvora, armas blancas, cristal, porcelana…), pero también para estimular en el país una producción industrial de calidad. En esa misma línea, impulsó la agricultura (decretando el libre comercio de granos y organizando cultivos experimentales en las huertas reales de Aranjuez) y el comercio colonial (formando compañías como la de Filipinas y liberalizando el comercio con América en 1778).
Cuando el rey murió en 1788 terminó la historia del reformismo ilustrado en España, pues el estallido de la Revolución francesa al año siguiente provocó una reacción de terror que convirtió el reinado de su hijo y sucesor, Carlos IV, en un periodo mucho más conservador. Y, enseguida, la invasión francesa arrastraría al país a un ciclo de revolución y reacción que marcaría el siglo siguiente, sin dejar espacio para continuar un reformismo sereno como el que había desarrollado Carlos III. Entre los aspectos más duraderos de su herencia quizá haya que destacar el avance hacia la configuración de España como nación, a la que dotó de algunos símbolos de identidad (como el himno y la bandera) e incluso de una capital digna de tal nombre, pues se esforzó por modernizar Madrid (con la construcción de paseos y trabajos de saneamiento e iluminación pública) y engrandecerla con monumentos (de su época datan la Puerta de Alcalá, el Museo del Prado -concebido como Museo de Ciencias- o la inauguración del Jardín Botánico) y con edificios representativos destinados a albergar los servicios de la creciente Administración pública. El impulso a los transportes y comunicaciones interiores (con la organización del Correo como servicio público y la construcción de una red radial de carreteras que cubrían todo el territorio español convergiendo sobre la capital) ha sido, sin duda, otro factor político que ha actuado en el mismo sentido, acrecentando la cohesión de las diversas regiones españolas.

Carlos IV, nació el 11 de noviembre de 1748, hijo de Carlos III y su esposa María Amalia de Sajonia. Accedió al trono en 1788, tras la muerte de su padre. Años antes, en 1765 se casó como Maria Luisa de Parma.
De carácter indolente y despreocupada de las tareas de gobierno, dejo el mismo en manos de validos, destacando Godoy, que será su gran ministro desde 1793, hasta el fin de su reinado.
Carlos IV vivió en un período convulso, al producirse poco después de su ascenso al trono la Revolución Francesa, con la caída de la monarquía, y el posterior ascenso de Napoleón. La fortaleza francesa, y la debilidad española, determinaron la alianza de España con Francia, y el sometimiento a sus ambiciones expansionistas, llegando a firmar en 1807 el llamado Tratado de Fontainebleau, por el cual España y Francia invadirían y se repartirían Portugal.
Sin embargo, el tratado era una excusa de Napoleón para anexionarse España, pudiendo penetrar así libremente los ejércitos franceses, con la excusa de la invasión a Portugal. Si bien ésta se produjo, huyendo los reyes portugueses a la colonia brasileña, tras la ocupación de Lisboa, una parte del ejército francés permaneció en territorio español, del que ya no se iría.
Ante esta ocupación francesa, Fernando, hijo de Carlos IV, promovió el llamado Motín de Aranjuez, solicitando la abdicación de su padre, y encarcelando a Godoy, como responsable de la actual situación de España. Carlos IV, lejos de aceptar esta situación, buscó el apoyo de Napoleón, quién convocó a Fernando VII a Bayona, ciudad en la que Carlos IV estaba exiliado. Napoleón, conseguía así manejar a la monarquía española a su antojo, pues, por un lado consiguió que Fernando VII devolviese la corona a su padre Carlos IV, del cual, Napoleón había conseguido con anterioridad su renuncia al trono a favor de una hermano de Napoleón, José Bonaparte.
Esta situación provocó el alzamiento del pueblo español que vio como los franceses ocupaban el poder y destituían a sus legítimos reyes. El 2 de Mayo de 1808 se produjo el levantamiento del pueblo español, rápidamente sofocado por las tropas francesas, que controlaron rápidamente todo el país, con excepción de Cádiz, ciudad amurallada, que resistió el envite gracias al apoyo inglés.
No obstante, en España se inició una guerra de guerrillas de continuo desgaste, que obligó al ejército francés a mantener un elevado contingente de tropas en la península sin poder abastecer de tropas suficientemente sus otros frentes, lo que supuso el inicio de la decadencia del imperio napoleónico.
En Cádiz mientras tanto, un grupo de burgueses, inició la convocatoria de Cortes, tratando de crear un régimen monárquico de corte liberal, al estilo de otros europeos, elaborándose la primera constitución española en 1812.
Su reinado, marcado fundamentalmente por el acontecimiento que acabamos de señalar, fue además un periodo convulso, en el que las relaciones con Francia obligaron a España a diferentes enfrentamientos con Inglaterra que le supusieron una gran sangría de recursos económicos, materiales y humanos, aparte de perder algunas posesiones coloniales a manos inglesas, y ver fuertemente perjudicado su comercio con las colonias. De gran derrota ha sido calificada la batalla de Trafalgar, en la que una escuadra naval formada por Francia y España fue derrotada por la escuadra inglesa, ya que supuso el fin de una supuesta hegemonía de España en los mares, que ya no era tal desde hacía algún tiempo, pero que se puso de manifiesto en este acontecimiento.
Este panorama fue aún más grave, debido a las sequías, y a diferentes crisis agrarias, amplificadas por los gastos de las guerras.
Carlos IV, no volvería al trono español, tras la derrota de los franceses, viviendo exiliado primero en Francia y después en Italia, donde moriría en 1819.

jueves, 6 de octubre de 2011


La nobleza era uno de los tres estamentos medievales y del Antiguo Régimen, junto con el clero y el tercer estado. Su carácter preponderante fue prácticamente abolido en la esfera política, ante la ausencia de legitimidad de su dominio, frente a los argumentos ilustrados. En el ámbito social su influencia se mantuvo, aun después de las revoluciones burguesas y proletarias, no obstante las permanentes presiones por eliminar una distinción introducida entre seres humanos esencialmente








Clero es el nombre colectivo que engloba de forma general a los que han sido ordenados en el servicio religioso, sacerdotes y diáconos El nombre individual es clérigouales







El Tercer Estado es uno de los tres estamentos básicos de la sociedad propia del Feudalismo y el Antiguo Régimen. Se compone de la población carente de los privilegios que gozaban el Clero y la Nobleza, por tanto puede ser también considerado equivalente al grupo de no privilegiados o de pecheros (los que, particularmente en Castilla, estaban sujetos al pago de impuestos). También puede denominarse estado llano, pueblo llano o pueblo a secas, plebe (por similitud a la división de la sociedad romana en patricios plebeyos), o común.